En medio del tumulto
destacaba mi soledad,
la oscuridad encabezada de día
la multitud matutina disfrazada de sobriedad
no disipaba mi borrachera
y como es costumbre
los comentarios caminaban
pero, poco me importaba ya
si son unos hipócritas,
míralos envasados en su buen vestir e impecable aroma carísimo de formalidad
buenas costumbres y célebres saludos.
Entre lo que me podían etiquetar
varios anti-elogios recibí
pero
no siento vergüenza alguna
yo por lo menos no miento
no disimulo
no uso máscaras para crearme un falso ánimo de convivir.
En medio de toda la vergüenza ajena que causé
todas esas palmas tapando los ojos de los infantes
las usaría para darles un pequeño golpe en la espalda
para decirles que la lástima la siento yo
por ustedes,
por ustedes y sus estocadas vidas huecas y rutinarias
carentes de carácter
fuego
rabia
y verdad.
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