un rostro de sepulcro
azufre en los bolsillos
y la picota destartalada,
acompaña el frío del alba
los guantes no cubren el cuero
el hambre es pan de cada día
y culto asesino de sueños.
La esperanza aquí no existe,
¿Qué le respondo a los niños que sueñan?
A esos que les cortan las alas porque no se puede no más
porque no hay motivo de celebración
porque nacieron para trabajar
porque sí y porque no.
Dile al patrón que hay más que sus ingresos,
hay alas rotas que esperan curarse
una masacre oculta
una madre herida
una tierra que llora.